Escena I
Sale al escenario el narrador o narradora, parece que lee un libro o un periódico y está entusiasmado con la lectura. Muestra un rostro lleno de felicidad. De repente, levanta la cabeza y mostrando una cierta sorpresa, se encuentra con el público. Le ilumina solamente un foco o cañón de luz; el resto del escenario debe permanecer en penumbra. En esa penumbra estarán los personajes que ambientan le primera escena, sin moverse, como paralizados.
Narrador : Hombre, ¿Están ustedes aquí? Pues me alegro mucho, Ante todo, ¡FELICES NAVIDADES!. Venía observando, en este periódico, los anuncios navideños, y me alegro mucho por haberles encontrado, pues nadie mejor que ustedes, para comentarlos.
Pasado mañana (Se contarán los días que faltan) se celebra en el Mundo, primero la Nochebuena y después la Navidad. Pero, según lo que observamos, cabría preguntarse: - ¿qué es la Navidad?- Es la celebración del nacimiento del niño Jesús, me dirán ustedes. Algo así como su cumpleaños. Sí claro, pero ¿y qué más? - Hombre, pues la alegría de que Jesús ha nacido. Bueno, eso viene a ser lo mismo. En definitiva, la gente habla del espíritu navideño en estas fechas ¡Qué bien nos queda esa palabra! ¿Y eso qué significa? Me pregunto yo. A lo mejor ustedes tienen la respuesta.
¿Tal vez amor, paz, fraternidad? ¿Es eso … Pero yo sigo viendo a mi alrededor: guerras, hambre, miseria, enfermedades, catástrofes, sufrimiento, rencores, envidias, crímenes…¿Dónde está entonces el espíritu de la Navidad?
Y además, aunque ese día fuéramos muy felices. ¿Ustedes creen, que en el supuesto caso de que Jesús hubiese venido al Mundo a traernos la felicidad, se conformaría con traérnosla, solamente para un día? ¿El veinticuatro de Diciembre? No, yo creo que no. Algo falla aquí, y yo quiero que todos vosotros reflexionéis conmigo sobre este asunto tan serio. ¡No!, no os preocupéis, no os voy a preguntar por vuestras conclusiones; esas quedan para vosotros.
Mirad, en el siglo XIX, un gran escritor de cuentos: Hans Cristian Andersen que nació en la ciudad de Odense, en Dinamarca, un 2 de abril de 1805 , ya tuvo una visión, bastante realista de lo que era al principio la Navidad y en lo que se había convertido en sus días. Su profunda reflexión, le llevó a escribir un hermoso cuento que muchos conoceréis: “La vendedora de cerillas”, también conocida posteriormente como: La cerillera”. Pero podía haberse llamado:”El mendigo que nunca conocí” o “Mi vecino es muy pobre” o “El país de los necesitados”, por ejemplo.
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